Monumento Ejemplar tiene Bahía Paracas

15 de junio de 1972

 

En su primera acepción monumento (del latín monumentum) significa “obra de arquitectura o escultura considerable por su tamaño o su magnificencia”. Esta definición nos remite a una interrogante sobre lo que los monumentos deben ser, vale decir, a qué juicios reportarnos para establecer una calidad de monumentalidad en una obra determinada.

Aparentemente este planteo está determinado en su solución por el objeto motivador de la obra. Y también pareciera ser que la exaltación del objeto, persona, ideal o histórico, según convenga, crea un criterio de representación “real” entendiendo por tal una aproximación total a la figuración.

Falacia quizá producto de celo a nivel de lo que se cree es la interpretación de la mayoría, este concepto ha servido para que muchas geografías, –y la urbana limeña es un excelente ejemplo de víctima– sufran la invasión del mal gusto, la ausencia de talento creativo y todas las notas que permiten calificar de “magnífico” a un objeto, sea este escultórico o arquitectónico.

Nos ha parecido propio, entonces, dar un ejemplo de cómo se puede exaltar una gesta, tan extraordinaria como la de la Expedición Libertadora, como se puede “crear” un objeto de homenaje histórico, empleando para ello un criterio de diseño acorde con una visión de perspectiva actual que aproveche la enseñanza aportada por el error tan transitado.

Carlos González y Teresa Gianella son los autores del Monumento al general San Martín y la Expedición Libertadora, que la Nación ha erigido en la Bahía de Paracas, extraordinaria escenografía de arena y mar, que puede apreciarse en la foto que hoy presentamos. De extraordinaria sencillez y pureza de líneas, esta monumental escultura es un digno ejemplo cuya sola visión nos ahorra muchas palabras, pues su elocuencia surge de la misma excelencia de su realización.

 

Elida Román