El silencio de González

DIARIO EL COMERCIO

10 de diciembre de 1995

Sección: Cultural

De Artes Plásticas

 

Geometría sensible es un término propuesto, acuñado por el crítico brasileño Roberto Puntual para tratar de agrupar bajo su sentido a esa propuesta plástica en la que, casi paradójicamente, se unen el regidor de la geometría, que supone cálculo, frialdad, determinación, rigor, ejercicio de la razón, con la práctica intuitiva, la imprevisibilidad, la animación, la alternancia, la indeterminación que ejercita la sensibilidad.

Esta geometría sensible, siguiendo su planteo, podría contraponerse a otra geometría: la programática, polarizándose así por un lado la idea o determinación de una racionalidad absoluta y emocional, de estricta visualidad, y del otro una geometría donde se acepta la ingerencia de la intuición, dando lugar un plurisensualismo, una posibilidad de empleo de lo estricto y cerrado para conseguir lo abierto y expresivo. Traemos a colocación estos conceptos porque nos parecen aplicables a la obra de Carlos González, artista silenciosos, pausado y medido en sus presentaciones, que exhibe en Galería Trapecio una estupenda selección de pinturas y, por primera vez, esculturas, en un despliegue de inusitada coherencia y perfecta realización.

González acude a una utilización de elementos geométricos estrictos (círculos, paralelas, líneas rectas, paralelogramos, etc.) dispuesto como metáforas para la idea de personaje o acción. Sus cuadros, construidos por secciones donde la divisoria con frecuencia es un espacio lineal cuyo vacío suscita la vivencia de lo negro”, tiene un constante movimiento en su mismo estatismo, una capacidad de hacer entender esos mismos elementos geométricos como verdaderas apariciones vivas.

Utilizada esa división o juntura a modo de pentagrama, se inscribe en ella los signos o símbolos de lo que imaginemos en una lograda armonía donde el color da el tono para el conjunto. Las esculturas aparecen como el lógico resultado de este juego visual que va más allá de la lúdica jugada óptica. Paralelepípedos pulidos en piedra, intervenidos por in cisiones lineales o transgredidos por huecos cuyos límites se asimilan a formas armónicas (gobierno de la geometría), invadidos en perfecta unión por secciones metálicas que aportan el contraste de color por medio de acertadas pátinas, se asemejan a imaginativas construcciones ilusorias, monumentales en su efectos, discretas, en su presencia, orgullosas en si mismas.

Exposición que ratifica la presencia de un artista sobrio y vocación de purismo y obcecado en lograr un vocabulario propio en la construcción de estas estructuras visuales que logran asimilarse a las del pensamiento.

 

Elida Román